El nuevo colonialismo solar en África

hace 5 horas

El nuevo colonialismo solar en África

África no está siendo conquistada con espadas ni armas en 2024; ahora, el arma es el sol.

Las potencias mundiales no buscan oro ni diamantes esta vez, sino una nueva joya energética: el brillo inagotable del sol africano.

Pero, detrás del discurso verde, se esconde una verdad incómoda.

¿Estamos siendo testigos de una nueva forma de colonialismo disfrazado de energía limpia?

¿Una revolución renovable o un saqueo solar en silencio?

Países como China, Alemania y Francia han invertido miles de millones en proyectos solares en todo el continente africano.

Desde paneles solares en Sudáfrica hasta gigantescos parques solares en Marruecos, el continente parece convertirse en el próximo granero energético del mundo.

Suena ideal.

Pero la pregunta que incomoda es: ¿quién está ganando realmente?

La mayoría de los contratos de estos megaproyectos son controlados por empresas extranjeras.

La energía que se genera no siempre llega a las aldeas vecinas.

Muchas de estas instalaciones están diseñadas principalmente para exportar electricidad a Europa y Asia.

Así que mientras los paneles solares absorben el sol africano, millones de africanos siguen viviendo a oscuras.

Por qué África es el blanco perfecto

El continente africano recibe más de 300 días de radiación solar intensa al año.

Además, posee vastos terrenos desérticos no habitados ideales para instalar parques solares kilométricos.

Pero lo que más atrae a los inversionistas internacionales no son ni el sol ni la tierra.

Es el bajo costo.

Los gobiernos africanos, en muchos casos, ceden terrenos y derechos a costos simbólicos a espera de desarrollo.

Pero rara vez tienen acceso a los beneficios reales del proyecto.

Quiénes están entrando al juego solar africano

  • China: ha firmado más de 200 acuerdos de energía en África en la última década, muchos de ellos solares.
  • Emiratos Árabes Unidos: están financiando proyectos solares multimillonarios en Nigeria y Egipto.
  • Francia: a través de empresas como EDF y TotalEnergies, controla plantas solares clave en el norte del continente.
  • Alemania: impulsa el proyecto Desertec y otras iniciativas similares que buscan suministrar electricidad a Europa desde África.

El proyecto Desertec y el espejismo solar

Durante años se promovió el ambicioso proyecto Desertec, cuya visión era clara: aprovechar el desierto del Sahara como “la próxima central eléctrica de Europa”.

Suena inteligente.

Pero deja un sabor amargo.

La electricidad generada en suelo africano viajaría miles de kilómetros… para encender luces en Berlín y París.

Mientras tanto, más del 50% de la población subsahariana no tiene acceso constante a energía eléctrica.

¿Dónde quedó la prioridad para los africanos?

Un ejemplo que no se olvida: el caso de Ouarzazate

En Marruecos, el gigantesco proyecto solar de Ouarzazate fue anunciado como una revolución energética.

Se trata de uno de los proyectos solares más grandes del mundo, con capacidad para alimentar hasta un millón de hogares.

Pero la realidad dista del discurso optimista.

Las comunidades cercanas protestaron durante años alegando falta de acceso a la energía, altos costos de luz y pérdida de tierras sin una compensación real.

La electricidad terminó vendiéndose a Europa, mientras los marroquíes seguían dependiendo de combustibles caros.

Una historia que se repite en otras regiones del Sahel y el Cuerno de África.

¿Energía verde o neocolonialismo?

El concepto de neocolonialismo energético ya no es una teoría marginal.

Muchos expertos y organizaciones africanas comienzan a alzar la voz.

Critican que las inversiones internacionales rara vez incluyen:

  1. Transferencia de tecnología real.
  2. Capacitación para los trabajadores locales.
  3. Infraestructura para conectar la energía a poblaciones rurales africanas.

¿Estamos repitiendo los errores del pasado con una apariencia ecológica?

El control extranjero sobre los recursos energéticos africanos recuerda a cómo las grandes potencias controlaban el caucho, el tabaco o el petróleo hace cien años.

Solo que esta vez, el recurso es intangible: la luz del sol.

La paradoja del sol africano

África tiene el 60% del potencial solar mundial aún sin explotar.

Pero más de 600 millones de africanos carecen de acceso estable a electricidad.

Una contradicción que grita.

El FMI y el Banco Mundial han apoyado proyectos solares en la región, pero bajo condiciones que suelen favorecer a empresas extranjeras.

La autosuficiencia energética africana aún parece una promesa sin cumplir.

¿Cómo romper el ciclo?

El problema no es la energía solar, sino cómo se gestiona.

Para que la transición energética en África sea justa y sostenible, se necesitan nuevas reglas del juego.

Acciones imprescindibles para cambiar el rumbo

  • Inversión en infraestructura local: no solo construir paneles, sino conexiones eléctricas en zonas rurales.
  • Participación de comunidades: trabajar con líderes locales y no imponer desde arriba.
  • Transferencia tecnológica: formar ingenieros africanos capaces de liderar este cambio energético.
  • Regulación y soberanía energética: garantizar que los países africanos conserven el control sobre cómo y a dónde va su energía solar.

¿Por qué África debería limitarse a ser una batería solar del mundo cuando puede ser dueña de su propio destino energético?

Es hora de hablar de justicia solar, no solo de eficiencia.

Preguntas frecuentes sobre el colonialismo solar en África

¿Qué es el “nuevo colonialismo solar”?

Es un término que describe cómo compañías y gobiernos extranjeros explotan el potencial solar africano principalmente para sus propios mercados, sin beneficiar proporcionalmente a las poblaciones locales.

¿Cuáles países africanos están siendo más impactados?

Nigeria, Marruecos, Sudáfrica, Egipto y Etiopía son algunos de los principales focos de inversión en energía solar extranjera.

¿Se puede decir que África se beneficia en algo?

En teoría, sí. Hay generación de empleo local temporal y algo de infraestructura. Pero sin planes sostenibles y participación local real, estos beneficios son mínimos y fugaces.

¿Cuáles son los riesgos si esto continúa?

África podría ceder su autonomía energética, depender aún más de potencias extranjeras y seguir reproduciendo estructuras de desigualdad global bajo un disfraz verde.

¿Y hay ejemplos positivos?

Existen iniciativas africanas para desarrollar soluciones solares locales, como en Senegal con startups solares o Ruanda con micro redes solares rurales. Pero son aún insuficientes sin apoyo significativo.

El papel de la ciudadanía solar africana

La respuesta a este dilema no vendrá solo de los gobiernos.

La sociedad civil africana está despertando.

Nuevos movimientos ecologistas, estudiantes ingenieros, cooperativas solares comunitarias e innovadores sociales están empezando a cambiar el panorama.

No quieren limosnas solares, quieren poder real.

Y están exigiendo transparencia, control nacional y democratización energética.

Aunque el camino es largo, el sol brilla con más fuerza cuando hay conciencia y organización.

El futuro solar de África debería construirse por, para y con los africanos.

No puede seguir siendo exportado por interés ajeno.

La energía limpia no puede construirse sobre los cimientos del silencio, la desigualdad y la exclusión.

Eso, simplemente, no es sustentable.

¿Cuánta energía puede tener un continente si se le niega el acceso a su propio sol?

Es momento de quemar viejos modelos, no sólo combustibles fósiles.

En resumen, el avance de la energía solar en África no debe convertirse en una repetición moderna del expolio colonial: debe ser una oportunidad para el renacimiento energético, justo e inclusivo de todo un continente.

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