El sol ya no sale para todos: desigualdad energética global
hace 2 días
Nos mintieron: la energía del sol, símbolo de equidad natural, no brilla por igual para todos.
En pleno siglo XXI, bajo la promesa de una revolución energética verde, la luz solar sigue siendo un privilegio para unos pocos.
Los paneles solares, emblemas del progreso y la sostenibilidad, se alzan orgullosos... pero solo sobre ciertos techos.
Del mismo modo que el petróleo construyó imperios, la energía solar amenaza con recrear las mismas estructuras de desigualdad global que supuestamente quiere reemplazar.
¿Una energía limpia al alcance de todos? Falso
Nos hicieron creer que la transición energética iba a nivelar el juego.
Que íbamos a democratizar el acceso a la energía gracias al sol.
Pero los hechos dicen lo contrario: hay un abismo entre quienes pueden aprovechar el sol y quienes no.
Más de 750 millones de personas en el mundo todavía carecen de acceso a electricidad básica.
La gran mayoría de ellas viven en África Subsahariana o regiones rurales de Asia.
Mientras tanto, países del norte global instalan megaparques solares, exportan tecnología y capitalizan la transición energética.
¿Acaso el sol también se convirtió en mercancía?
Las sombras del boom solar
La industria solar está creciendo a un ritmo sin precedentes.
En 2023, la capacidad instalada de energía fotovoltaica superó los 1.000 GW globales.
China, Estados Unidos y la Unión Europea lideran esa carrera.
Pero ¿qué pasa en América Latina, África o el sudeste asiático?
El acceso a tecnologías solares es limitado, costoso y, en muchos casos, inexistente.
Las naciones más vulnerables pagan el precio de la transición sin acceder del todo a sus beneficios.
Mientras unos evitan apagones con baterías Tesla, otros encienden velas para estudiar por la noche.
Algunos números que indignan
- Solo el 2% de la capacidad solar instalada mundial se encuentra en África, a pesar de tener zonas con altísima radiación solar.
- El 70% del litio, mineral clave para baterías solares, proviene de Sudamérica, pero sus poblaciones apenas se benefician del negocio.
- Más del 80% de las exportaciones solares provienen de Asia, mientras que los países importadores dependen de acciones geopolíticas impredecibles.
Una paradoja energética sin precedentes: donde hay más sol, hay menos acceso a su energía.
De la esperanza verde... al neocolonialismo solar
Minerales raros, tierras estratégicas y mano de obra barata son los nuevos motores del negocio solar.
Y como en los peores capítulos del pasado, las reglas las escriben los mismos jugadores de siempre.
Corporaciones energéticas del norte global financian proyectos fotovoltaicos en el sur... pero los beneficios y la propiedad siguen en manos extranjeras.
Se repite el patrón de siempre: explotación de recursos sin desarrollo local.
Y lo peor: esas comunidades ahora también deben asumir discursos de sostenibilidad que poco tienen que ver con su realidad.
El caso de los vecinos del litio
En el altiplano argentino, boliviano y chileno viven comunidades indígenas cuya tierra alberga el "triángulo del litio".
Allí se extrae más del 60% del litio mundial, esencial para baterías solares.
Sin embargo, esas mismas comunidades denuncian:
- Contaminación de sus aguas por las salmueras residuales.
- Falta de consulta previa frente a proyectos extractivos.
- Ausencia de beneficios directos o acceso a energía solar para sus propias viviendas.
Se extrae para alimentar vehículos eléctricos en California... mientras las familias locales siguen usando generadores a diésel.
¿Tecnología limpia, política sucia?
La energía solar es limpia, pero su distribución está marcada por intereses muy borrosos.
Países del norte promueven la cooperación verde, pero en los hechos están creando nuevas formas de dependencia energética.
Exportan tecnología, imponen estándares, controlan patentes y acaparan subsidios públicos.
Mientras tanto, los países en vías de desarrollo siguen atrapados entre la deuda externa y la falta de autonomía tecnológica.
El acceso a paneles solares de calidad depende de acuerdos comerciales, licencias costosas y redes logísticas dominadas por terceros.
Una nueva brecha energética
Ya no se mide solo en megavatios o acceso a electricidad básica.
Se mide en términos de autonomía energética, soberanía tecnológica y justicia ambiental.
Y en esa carrera, algunos países están muy por detrás sin posibilidad real de ponerse al día.
¿Y si cambiamos el modelo?
No basta con cambiar los combustibles fósiles por paneles solares.
El sistema sigue estando diseñado para generar concentración, no equidad.
Pero algunas iniciativas están desafiando esta lógica...
Ejemplos que nos devuelven la esperanza
- En Bangladesh, una red de mujeres emprendedoras instala micro paneles en zonas rurales con apoyo de ONGs y sin intermediarios extranjeros.
- En Uganda, un colectivo comunitario autogestiona la distribución de energía solar, priorizando escuelas y centros médicos.
- En América Latina, cooperativas energéticas luchan por producir, distribuir y vender energía solar dentro de sus comunidades.
Son pasos pequeños, pero cruciales para romper con la dependencia energética heredada.
No queremos una revolución solar gestionada por los mismos que fundaron ExxonMobil.
Queremos que el sol ilumine vidas, no intereses corporativos.
FAQs: Lo que nadie te cuenta sobre energía solar y desigualdad
¿La energía solar favorece la equidad global?
Lamentablemente, no por sí sola. Sin voluntad política y acceso igualitario a la tecnología, refuerza desigualdades preexistentes.
¿Qué países lideran la inversión en energía solar?
China, Estados Unidos y Alemania concentran más del 55% de la capacidad instalada global.
¿Por qué los países en desarrollo no adoptan energía solar masivamente?
Los obstáculos incluyen falta de infraestructura, financiamiento, políticas públicas sostenibles y dependencia tecnológica.
¿Puede la energía solar ser una herramienta de justicia social?
Sí, si se implementa bajo modelos comunitarios, con acceso abierto a la tecnología y apoyo a redes locales.
¿Qué papel juegan las grandes corporaciones?
Domínan la producción, instalación y mantenimiento de la tecnología solar, marcando las reglas del mercado.
¿Las fuentes renovables pueden reproducir dinámicas coloniales?
Definitivamente. Cuando se prioriza la exportación de recursos y beneficios a corporaciones extranjeras por encima de las comunidades locales.
Por eso necesitamos una transición justa, no solo una transición verde.
En resumen, la promesa solar ha llegado, pero no para todos por igual.
Mientras celebramos récords de instalaciones y precios cada vez más bajos, millones están quedando en la penumbra de esta supuesta revolución verde.
El futuro que nos prometieron comienza a parecerse demasiado al pasado que queremos superar.
Es momento de exigir que la energía solar sea realmente del pueblo, para el pueblo, sin importar el hemisferio donde se habite.
Porque el sol debería salir para todos, o no será revolución... será otra forma de opresión con guantes verdes.