¿Por qué algunos plásticos no se descomponen en siglos?
hace 5 días · Actualizado hace 21 horas

Vivimos rodeados de plásticos, pero pocas veces nos detenemos a pensar en su permanencia en el planeta.
Algunos pueden tardar siglos en descomponerse, lo que ha generado una crisis ambiental global.
¿Por qué un material tan útil puede convertirse en un problema tan persistente?
- ¿Qué hace a los plásticos tan resistentes?
- Tipos de plásticos y su resistencia a la descomposición
- ¿Por qué los microorganismos no pueden descomponerlos?
- Un ejemplo concreto: el legado de las bolsas plásticas
- ¿Es posible fabricar plásticos biodegradables?
- ¿Qué podemos hacer ante esta realidad?
- Preguntas frecuentes sobre la degradación del plástico
¿Qué hace a los plásticos tan resistentes?
Los plásticos están compuestos principalmente por polímeros sintéticos.
Estos polímeros son largas cadenas de carbono creadas artificialmente a partir de combustibles fósiles como el petróleo y el gas natural.
Lo que los hace tan duraderos es precisamente esa estructura molecular compleja.
Las cadenas de átomos en los plásticos están diseñadas para resistir calor, humedad, elementos químicos y bacterias.
Esto los vuelve ideales para proteger productos, conservar alimentos y fabricar objetos de larga duración.
Pero también significa que los organismos naturales no tienen las enzimas necesarias para descomponerlos.
No existe en la naturaleza una solución biológica completamente eficiente para romper esas cadenas sintéticas.
En consecuencia, muchos plásticos simplemente no pueden biodegradarse en condiciones ambientales normales.
Tipos de plásticos y su resistencia a la descomposición
Existen numerosos tipos de plásticos, y cada uno tiene propiedades diferentes.
Algunos son más resistentes que otros, tanto en uso como en impacto ambiental.
- Polietileno de alta densidad (HDPE): se encuentra en productos como botellas de leche y productos de limpieza. Puede tardar más de 400 años en degradarse.
- Polipropileno (PP): utilizado en tapas, pajillas y envases de comida; su degradación supera los 500 años.
- Poliestireno (PS): común en envases de comida y vasos desechables; extremadamente difícil de reciclar y degradar.
- Polietileno tereftalato (PET): frecuente en botellas de agua; aunque reciclable, persiste durante siglos si no se procesa adecuadamente.
En ambientes naturales, como el mar o el suelo, estos materiales apenas se fragmentan sin perder sus propiedades tóxicas.
El sol, el agua salada y el aire solo logran romperlos en partículas más pequeñas, llamadas microplásticos.
Estas partículas pueden durar aún más tiempo debido a su tamaño y estabilidad química.
¿Por qué los microorganismos no pueden descomponerlos?
La biodegradación ocurre cuando bacterias u otros organismos descomponen materia orgánica.
Sin embargo, los plásticos no son reconocidos por la mayoría de estos organismos como alimento.
Sus enlaces de carbono-carbono no existen en la naturaleza en esas formas específicas.
A diferencia de la madera o el algodón, que son productos orgánicos, los plásticos sintéticos carecen de funciones químicas reconocibles para la vida microbiana.
En pocas palabras, la naturaleza aún no ha evolucionado para degradar materiales tan nuevos.
Algunos estudios han identificado bacterias que lentamente pueden metabolizar ciertos tipos de plástico, pero el proceso es extremadamente lento.
Incluso en condiciones óptimas de laboratorio, se necesitan varias décadas para descomponer unos pocos gramos.
La luz solar y la descomposición fotoquímica
La radiación ultravioleta puede causar una ruptura parcial de los plásticos a través de un proceso llamado fotodegradación.
Sin embargo, esto no elimina el material por completo.
Solo lo fragmenta en pedazos más pequeños, a veces microscópicos.
Estos fragmentos no son menos peligrosos; al contrario, pueden ingresar en la cadena alimentaria de animales marinos y humanos.
Un ejemplo concreto: el legado de las bolsas plásticas
Una bolsa de plástico puede usarse por apenas 15 minutos para transportar productos del supermercado.
Una vez desechada, puede permanecer en el ambiente por hasta 500 años.
Eso significa que las primeras bolsas plásticas producidas aún existen en algún vertedero, océano o suelo del planeta.

Según la ONU, cada minuto se consumen en el mundo más de 1 millón de bolsas plásticas.
El resultado es un océano lleno de desechos, con gigantescas islas flotantes de plástico acumulado.
Un caso famoso es la Gran Mancha de Basura del Pacífico, un cúmulo de residuos plásticos que cubre un área del tamaño de Francia, Alemania y España juntas.
Esta enorme acumulación ha sido detectada por imágenes satelitales y su impacto va en aumento.
Los científicos que la estudian han encontrado peces, tortugas y aves marinas con estómagos llenos de plásticos.
Incluso se han detectado microplásticos en el hielo del Ártico y en muestras de agua potable en diversas ciudades.
A pesar de las campañas de reciclaje, se estima que solo el 9% de todo el plástico producido desde 1950 ha sido efectivamente reciclado.
El resto termina en vertederos, incineradoras o dispersado en el medio ambiente, donde su descomposición es prácticamente nula.
¿Es posible fabricar plásticos biodegradables?
En respuesta a la crisis ambiental, han surgido alternativas como los bioplásticos.
Estos materiales se fabrican a partir de fuentes naturales, como almidón de maíz o caña de azúcar.
Algunos de ellos están diseñados para descomponerse bajo ciertas condiciones industriales.
No obstante, muchos llamados "biodegradables" requieren de procesos muy específicos para descomponerse realmente.
En sistemas naturales, tales como el mar o un compost casero, su degradación sigue siendo muy lenta o incompleta.
Otros plásticos oxodegradables solo se fragmentan con más rapidez, pero no desaparecen realmente.
Por eso, es importante distinguir entre compostables, biodegradables y oxodegradables, ya que no significan lo mismo.
Sistema de certificación y normas
Algunos países han desarrollado normas para garantizar que ciertos plásticos sean efectivamente compostables.
Por ejemplo, la norma EN 13432 (Europa) exige que el material se descomponga completamente en menos de 3 meses en condiciones industriales.
Aun así, son escasos los lugares que cuentan con estas instalaciones a gran escala.
Por lo tanto, el plástico biodegradable no siempre es una solución práctica.
¿Qué podemos hacer ante esta realidad?
Ante la imposibilidad de descomponer naturalmente la mayoría de los plásticos, es necesario enfocarnos en:
- Reducir el consumo: evitar envases innecesarios y productos de un solo uso.
- Reutilizar: dar múltiples usos a los productos antes de desecharlos.
- Reciclar adecuadamente: separar residuos y depositarlos en lugares específicos.
- Exigir políticas públicas: fomentar leyes que limiten la producción de plásticos no reciclables.
- Apoyar la investigación: impulsar soluciones innovadoras en biotecnología y materiales sostenibles.
Cada una de estas acciones contribuye a reducir la carga de plásticos en el ambiente.
Especialmente porque, una vez producidos, los plásticos nos acompañarán por generaciones.
Preguntas frecuentes sobre la degradación del plástico
¿Qué plástico se degrada más rápido?
Algunos bioplásticos compostables pueden degradarse en 90 días bajo condiciones industriales específicas, pero no ocurre así en el ambiente natural.
¿Por qué los plásticos degradados siguen siendo peligrosos?
Porque al fragmentarse en microplásticos, pueden contaminar el agua y llegar a los tejidos de animales y humanos.
¿Reciclar es suficiente?
No. El reciclaje es solo una parte de la solución y actualmente no puede absorber la enorme producción mundial de plásticos.
¿El plástico puede desaparecer completamente algún día?
No mientras no se encuentren soluciones que rompan sus estructuras moleculares de manera eficiente y segura.
Por ahora, la clave está en reducir su uso desde el origen.
En resumen, los plásticos no se descomponen en siglos porque fueron diseñados justamente para resistir el paso del tiempo.
Su estabilidad química, su origen sintético y la falta de mecanismos naturales para degradarlos los convierten en un legado ambiental persistente.
La solución pasa por cambios sistémicos en la forma en que producimos, consumimos y eliminamos estos materiales.

Cada pequeña acción cuenta para aliviar un problema que, de no resolverlo hoy, enfrentarán inevitablemente las próximas generaciones.
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